Javier G. Recuenco
Solucionador de problemas complejos. Presidente de Mensa España.
En noviembre del 2017, recibí una amable invitación por parte de la Universidad de Cuenca y de varios colectivos rurales para hablar de como fijar población rural por medio de la innovación tecnológica. Así que tuve una interesante exposición en un pueblo llamado Cañizares, con 432 habitantes, de los que asumo que el 10% de la población se encontraba en esa sala.
Dejé claras una serie de cosas en aquella reunión, que vienen a resumirse en las siguientes:
CAMBIAR O SER CAMBIADOS
- Las opciones son claras: Encontrar propuestas de valor vendibles en todo el mundo o hacer las maletas.
- España no es un país históricamente afín a la innovación culturalmente porque ha sido un privilegiado históricamente
- La innovación necesita presión y una sensación de burning platform
- Cualquier situación es susceptible de ser transformada
- Por más dramática que pueda parecer
- Siempre hay recursos públicos y privados que deben de ser bien canalizados
- Buscar buenos orquestadores
- Respetar las reglas de cómo se construye innovación
- Resistir a la tentación de reclamar subvenciones como modo de vida
- No son sostenibles a medio plazo
También venía a decir que en el mix español, de tres cosas necesarias para poder empujar la innovación, que es el Talento, la Industria y el Capital, tenemos de sobra de lo primero, y andamos bastante escasos de los dos últimos.
Y en cierta manera, planteábamos un escenario un tanto contraintuitivo al principio, que era el decir que la tecnología es un dinamizador brutal de la innovación, pero que si el problema real es de caducidad de la propuesta de valor ( yo les decía que no iban a poder vivir de lo que vivieron sus padres, pero no es muy diferente que decir que los bancos ya no van a poder vivir de tomar dinero al 3% y prestarlo al 12% ) no se puede solucionar con mera tecnología.
Al mismo tiempo, y de manera inconsciente (ya le llevaba dando vueltas, aunque no lo tenía lo suficientemente articulado como paso con posterioridad), introdujimos el concepto de qué era un problema complejo y la complejidad.
He hablado muchísimo del tema en artículos, videos y similares. Aquí, un ejemplo.
Por intentar hacer una aproximación sencilla, definimos la complejidad como la ciencia que se dedica a lidiar con los órdenes no simples en entornos no mapeados. Básicamente, lo que excluye lo trivial (sentido común) y lo ya realizado (consultoría). La gestión de las cosas que no están ya solucionadas.
Puede parecer un arcano abstruso, o una cosa solamente al alcance de la academia más oscura y enrevesada, pero la realidad es que el World Economic Forum determinó en sus informes del 2016, 2018 y 2020 a la resolución de problemas complejos como la principal skill (no conocimiento específico vertical) necesario para ser empleable en las próximas décadas.
La realidad es que mucha de la problemática actual es de naturaleza compleja, aunque no seamos capaces de reconocer la diferencia entre problemas complejos y complicados de manera sencilla a primera vista.
Un problema complejo, por ejemplo, es la actual problemática en la que se ven muchas zonas del país debido a la tendencia de concentración de gran parte de la población en torno a los grandes núcleos urbanos. O como se puede competir desde un entorno agrícola con competidores muy poderosos de entornos mucho más favorecidos.
O la duda de si se puede construir una compañía de cien millones de euros desde Artenara. La respuesta es siempre la misma: Por supuesto que se puede.
La idea fundamental de trabajar la complejidad es proporcionarnos herramientas para salvar todos los inconvenientes más obvios que tienen los paisanos de, por ejemplo, el municipio de Artenara:
- Como encontrar una buena idea diferencial en un entorno de competencia internacional.
- Cómo salir del aislamiento de una manera estratégica e innovadora, aportando valor al mercado actual y aprovechando las soluciones tecnológicas a nuestro alcance.
- Como superar déficits de educación y de acceso al talento en entornos rurales y alejados de los polos tradicionales de generación del mismo.
Y entendiendo como la tecnología nos ayuda a exportar nuestra propuesta, pero la internacionalización no radica exclusivamente en estar en internet. Es algo más sutil. Aprovechar la megatendencia mundial al Direct to Consumer (Directo al Consumidor) que ahora mismo es del 8% en España, el 15% en USA, y del 30% en China. Es entender que Amazon no es la solución, por muchas razones, fundamentalmente culturales y de modelos de negocio. Es entender que a nuestro cliente de Taiwan le interesa nuestro producto, y como ponernos en contacto con él y llamar su atención. Es entender que hay muchas oportunidades cuando somos capaces de entender qué hacemos bien y como hay demanda de ello más allá de nuestro círculo más inmediato.
«Cualquier iniciativa que sea capaz de alinear el espíritu emprendedor local, el conocimiento de resolución de problemas complejos, la capacitación tecnológica y la capacitación financiera será capaz de crear una industria de 100 millones de euros».
En mi charla en Cañaveras, traje el ejemplo de cómo un solo emprendedor había transformado por completo un secarral manchego como Brihuega. No fue realizado por la Administración, sino que un emprendedor local decidió verificar si la lavanda que se cultivaba de manera casi artesanal en su pueblo era viable como alternativa a los campos de lavanda francesa. Y por el camino, transformar y revolucionar el pueblo, con un Festival de La Lavanda, y multitud de actividades adicionales construidas alrededor de la oportunidad de negocio construido, a su vez, alrededor de la oportunidad.
También les hablé de algo que normalmente pasamos por alto: España es un país privilegiado geoestratégicamente hablando, y con excelentes infraestructuras de comunicación y transporte. Finlandia tiene muy desarrollado su entorno tecnológico, pero no deja de ser un país con cinco horas de luz la mitad del año. No es un sitio que de manera natural pudiera atraer talento si no fuera por el hecho de que, como reiteraba antes, el hecho de haber sido unos privilegiados geoestratégicos nos ha convertido en gente cómoda y a la que las dificultades de algún modo no han servido tanto de acicate como de desmoralización.
La combinación definitiva es un espíritu emprendedor local, gente con conocimiento de resolución de problemas complejos, capacitación tecnológica y capacitación financiera. Paradójicamente, de los dos últimos factores hay un montón de oferta. De los dos primeros andamos bastante más escasos. Pero cualquier sitio o cualquier iniciativa que sea capaz de alinear estos cuatro conceptos, es capaz de crear una industria de 100 millones de euros. Y estar en Artenara es una ventaja competitiva, porque a la gente que trabaja, mucha de ella de manera remota, prefiere trabajar en paraísos naturales que en sitios donde el sol sale por azar, a no ser que el cambio climático haga de las suyas.
Búsquese un experto en resolución de problemas complejos y cuéntele que es lo que se hace excepcionalmente bien en su sitio. Se encargará de alinear todos los factores. No empiece por el dinero, el talento… empiece por tener una intuición emprendedora y póngase en sus manos. Él sabrá cuales son los próximos pasos a abordar.
Aunque sea usted de Artenara.